10 de octubre de 2010

Los secretos del 'Mono Jojoy'

El bloque Oriental tiene 3.390 hombres en sus filas diseminados en 37 estructuras que constituyen la columna vertebral de las Farc; en el interior del secretariado ha sido materia de tensas y acaloradas discusiones la posibilidad de lanzar un partido político que no sea clandestino y tenga voceros públicos; con la muerte, en marzo de 2008, de Manuel Marulanda Vélez “se cumplió el primer ciclo vital” de la organización y no se tenía una clara línea de sucesión. Esta sorprendente información forma parte de los primeros archivos decodificados por la justicia de los computadores del sanguinario comandante Víctor Julio Suárez, más conocido con el alias del Mono Jojoy.

Pesquisas corroboradas por los estratégicos datos aportados desde hace dos años por 30 desmovilizados que conocieron las andanzas y los secretos del tejemaneje guerrillero y que, en virtud de la política de reinserción del Gobierno y recompensas ofrecidas, pasaron de subversivos comprometidos a delatores a diestra y siniestra. Sin olvidar que en sucesivos procesos de penetración, arriesgados oficiales de inteligencia se colaron en la zona de La Macarena (Meta) y con paciencia fueron documentando los pasos y rutinas de Jojoy y su guardia pretoriana. Averiguaciones precisas que tuvieron como desenlace la emblemática ‘Operación Sodoma’ en la que cayó abatido el jueves 23 de septiembre el hombre que impuso la práctica del secuestro como botín de guerra.

Los reportes preliminares, en poder de las autoridades,  sobre 20 computadores, 78 memorias USB y 3 discos duros externos encontrados en el sitio conocido como La Escalera, muy cerca del río Duda, en el campamento madre de Jojoy. Y lo que se evidencia es tan revelador como desconcertante. Las Farc insisten en lograr una interlocución internacional con organismos o países en los que tradicionalmente han tenido presencia, en Europa y Suramérica, con el fin de posicionar escenarios que les den un margen de maniobra política. Al parecer tienen un especial interés en Argentina para extender allí enlaces y movimientos clandestinos.

De lo revisado hasta ahora por un ejército de analistas informáticos, agentes de inteligencia y fiscales se desprende que la guerrilla insiste en abrir espacios de conversación con el Gobierno, al tiempo que polariza la confrontación y escaladas terroristas. Una intención que se ha mantenido latente desde el 20 de febrero de 2002 cuando el presidente Andrés Pastrana puso fin a los diálogos con las Farc en respuesta al secuestro del avión de Aires en el que viajaba el congresista Jorge Eduardo Gechem. Entonces vino el gobierno de Álvaro Uribe, arreciaron los operativos en su contra, sufrieron golpes estratégicos, tres históricos del secretariado murieron y su margen de maniobra política quedó prácticamente aniquilado.

No obstante, en los archivos hallados de Jojoy se registra la angustia de la guerrilla por la pérdida de su poder de negociación o impacto internacional. Pero quizá lo más jugoso de lo descifrado hasta hoy sea la iniciativa encabezada por Alfonso Cano, jefe máximo de las Farc, de impulsar un movimiento o partido político que abandone toda idea de clandestinidad, en la que figuren representantes y dirigentes. Una avezada propuesta que no tuvo eco en el secretariado, pues alguno recordó la estela de muertes que dejó el experimento de la Unión Patriótica, el movimiento creado tras los acuerdos de paz entre las Farc y el gobierno de Belisario Betancur en 1985.

En contraste, el ala radical que entonces representaban Jojoy, Joaquín Gómez y Timochenko sólo veían posibilidades de eventuales negociaciones a través de las armas, el fortalecimiento de las milicias urbanas y la infiltración en universidades y empresas públicas y privadas. No cuajó, pues, la idea de Cano, pero para los investigadores se ha convertido en una pista verdaderamente reveladora sobre el momento de la organización ilegal. Producto de esas discusiones largas y problemáticas se descartó la propuesta de lanzar un partido abiertamente apadrinado por las Farc. Y le dieron instrucciones al comandante Pablo Catatumbo para que afiance el movimiento bolivariano y el accionar del Partido Comunista Clandestino.

Una frase encontrada en uno de tantos archivos —se calcula que la información de los PC de Jojoy es 11 veces más grande que la encontrada en desarrollo de la ‘Operación Fénix’ de 2008, en la que fue muerto Raúl Reyes— dimensiona que los tiempos de las Farc son muy distintos del mundo más allá de la selva y que sus planes son de largo aliento. “Con la muerte del camarada Marulanda se cumplió el primer ciclo vital de la lucha”, se lee en uno de los archivos. Si de 46 años de conflicto —la guerrilla se creó en 1964— Marulanda protagonizó 44, ¿cuándo vendrá el segundo ciclo vital de las Farc?, se cuestionaron los investigadores al encontrar el particular correo. Su conclusión no es nada distinta a la radiografía que de mucho tiempo atrás se tiene de esta guerrilla: que están dispuestos a prolongar el tiempo que sea necesario su guerra.

Los dilemas de ‘Jojoy’
Si la información que contenían los computadores de Reyes desnudaron las andanzas de las Farc en el extranjero, sus acuerdos con grupos terroristas para efectuar atentados y develaron correos que pusieron a dar explicaciones a más de un político, verbigracia Piedad Córdoba, destituida por la Procuraduría, los PC de Jojoy prometen muchísimo más de las discusiones internas de las Farc, las rutinas de los guerrilleros, sus formas de entrenamiento, los planes a futuro, cuentas específicas de los recursos ilegales, empresas fachadas y hasta las minucias del día a día subversivo. Hoy la Fuerza Pública sabe a ciencia cierta qué comían, a qué horas, sus códigos de batalla y otro tanto más.

Los continuos combates y bombardeos hicieron que los jefes guerrilleros volvieran a comunicarse a través de correos humanos como medio seguro y dejaran de hacerlo a través de teléfonos satelitales. Hace una semana no se registra ninguna conversación radial entre los siete miembros del secretariado. Toda esta información, rotulada bajo el sugestivo título de uso de “seguridad nacional” fue conocida por este diario y allí se documenta que las decisiones sobre el rumbo político sólo pasaban por el filtro de Alfonso Cano, Joaquín Gómez, Iván Márquez y Jojoy. En la trasescena este último recomendaba mantener la ofensiva terrorista.

“En el último año el Mono Jojoy se encargó de rediseñar las órdenes que dio Manuel Marulanda antes de su muerte, en el sentido de la necesidad de golpear unidades pequeñas de militares y policías, de afianzar el terrorismo urbano y de fortalecer las milicias”, le dijo a este diario uno de los oficiales que está al frente de la tarea de desencriptar los secretos de la guerrilla. En ese contexto, para los investigadores cobran capital importancia las estadísticas y los números exactos que guardaba Jojoy en sus archivos sobre los hombres a su mando. Totalizó, según pudo establecer El Espectador, 3.390 y otros 1.500 del bloque Sur.

También conocieron las autoridades, por la vía de las colaboraciones de los desmovilizados, que fue tanto el acoso en un momento que se vieron obligados a designar suplentes en el secretariado previendo que si alguno moría la línea de sucesión ya estuviera resuelta y no se perdiera tiempo. Así quedó consignado en algunas comunicaciones hoy analizadas y en la versión en particular de un ex guerrillero que les anticipó a oficiales que si tenían éxito con la ‘Operación Sodoma’ quien iba a reemplazar a Jojoy era Félix Antonio Muñoz Lascarro, alias Pastor Alape, un comandante que inició su trasegar violento de la mano de Jacobo Arenas y que tiene   27 años en la organización.

En otro de los apartes del voluminoso dossier en poder de los organismos de inteligencia se estableció que Mauricio Jaramillo, de quien se sabe cuidó en sus últimos días a Marulanda, fue designado para recomponer el bloque Oriental y construir sofisticadas clínicas en medio de la manigua para atender a sus hombres, pues la guerrilla considera que el conflicto seguirá recrudeciéndose. Pero además apoyar las operaciones de los llamados hombres boina en las Farc, estilo Henry Castellanos Garzón o Romaña, una suerte de estrategas militares de corte guerrerista. “No usan la gorra convencional sino una boina con una estrella para diferenciarse y que se sepa que pertenecen a la línea dura de combate”, recalcó otro uniformado consultado por este diario.

De ese grupo, que define consejos de guerra, ordena asesinatos, planea atentados y secuestros, el filtro para ‘disciplinar’ a los guerrilleros que intentan escapar, forman parte Joaquín Gómez y Hernán Darío Velásquez, alias El Paisa, comandante de la columna móvil Teófilo Forero. Gómez, quizás el que encarna la mayor trayectoria militar en el interior de las Farc después de Jojoy, desde el bloque Sur reconfigura sus estrategias para provocar golpes de terrorismo. Entre tanto, Cano dio órdenes a milicianos en los departamentos de Huila, Caquetá, Arauca, Nariño, Cauca, Valle y Tolima para aumentar su presencia y operaciones. En igual sentido alias Isaías Trujillo fue delegado para afianzar sus enlaces en el Eje Cafetero, Antioquia y Chocó.

Una de las últimas perlas que conoció El Espectador sobre los archivos de Jojoy se refiere al ácido debate interno que se dio una vez Marulanda falleció. Los candidatos naturales para sucederlo eran Cano y Jojoy, pero la polémica la zanjó el propio Jojoy al alinearse a Cano por su antigüedad. En palabras castizas, podría decirse que aun cuando representaba el bastión militar y la piedra angular de cohesión en las Farc, renunció a cualquier posibilidad de comandar el grupo ilegal. Tras la ‘Operación Sodoma’, ahora es alias Bertulfo el encargado de administrar los dineros que ingresan a la guerrilla. Un ítem que manejó al dedillo Jojoy y que en sus conferencias a sus hombres les insistía en que había que tomarse el poder a como diera lugar y por cualquier método, pero que para ello se necesitaba plata. Su bloque manejaba el 40% de las finanzas de la organización.

De todo lo encontrado por ahora no hay duda de que la discusión sobre la creación de un partido desde la legalidad o el fortalecimiento del movimiento bolivariano clandestino fue el gran debate de los últimos años en la guerrilla. Al final fue la última opción la que tomó vuelo y hoy muy a la sombra extiende sus tentáculos por el continente. De material sobre los pasos del Mono Jojoy, dijo un uniformado en tono burlón haciendo referencia a los archivos desencriptados, “van a tener por lo menos dos años los medios de comunicación”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario